Javier Eiroa
Presidente de la Asociación de Comunicación y Relaciones Públcias de Córdoba (ACRPC)
Es licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid. Ha realizado estudios de Doctorado en Biotecnología y Microbiología Industrial, en la Universidad de Alcalá de Henares. Es Especialista Universitario en Protocolo de Estado e Internacional por la Escuela Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores, en Madrid; Especialista Universitario en la Unión Europea, por la Cátedra Jean Monnet de la Universidad de Córdoba; y Experto Universitario en Comunicación, por la UNED.
Ha trabajado en puestos relacionados con el Protocolo en varias Administraciones y Entidades públicas así como en Corporaciones locales. En la actualidad es Funcionario Civil del Estado, destinado en el Ministerio del Interior.
Desde marzo de 2012, es Presidente de la Asociación de Comunicación, Relaciones Públicas y Protocolo de Córdoba (ACRP).
Por el Sr. Josep Solà i Parés
“El asociacionismo nos permite tener una buena red profesional de contactos y estar al día de los cambios que se producen.”
Javier Eiroa
Javier, ¿Cómo y cuándo empiezas a trabajar con el Protocolo y las Relaciones Institucionales?
El ceremonial y el funcionamiento interno de las cosas siempre despertaron mi curiosidad. Me atraía la posibilidad de organizar actividades tan diversas como poco rutinarias, que pueden ir cómo ordenar los símbolos de Estado y de los distintos Gobiernos Autonómicos y Municipales, determinar a quién corresponde ocupar la Presidencia y cuál debe ser la colocación de las autoridades invitadas, la imagen que quiere ofrecerse del acto, la atención a los medios de comunicación, las relaciones con autoridades o colaboradores,… y también la organización de reuniones, almuerzos y cenas (oficiales y/o sociales).
En el año 1994 tuve ocasión de hacer un curso para confirmar si era cierta la idea que yo tenía del protocolo. Posteriormente continué formándome, entre otras, en la Escuela Diplomática y la Universidad de Oviedo en donde fui aprendiendo de grandes maestros y puliendo mis conocimientos.
Desde que en 1999 aprobé mi primera Oposición a un puesto de protocolo en la Diputación de Ciudad Real, son muchos años ejerciendo esta profesión, casi siempre en los ámbitos oficial y público.
Define Protocolo con una palabra o una frase.
Herramienta estratégica de comunicación.
Un buen jefe / una buena jefa de Protocolo y Relaciones Institucionales debe ser una persona …
… con sentido común, discreta, reflexiva y resolutiva, organizada, acostumbrada a trabajar en equipo y con capacidad de liderazgo.
¿Me podrías definir cuáles son las funciones del profesional del Protocolo?
El objetivo del protocolo, a mi entender, es velar por la imagen de la Institución para la que trabajamos. Y, para ello, habremos de generar confianza a través del orden, de la eficacia, de la armonía y de la discreción en las relaciones de la entidad con sus distintos públicos.
Algunas de las tareas para llevarlo a cabo son: organizar actos, velar por el uso correcto de los símbolos, organizar el ceremonial, atender visitas, asesorar al personal, etc. Todo ello sin olvidar la dimensión pedagógica; debemos explicar y hacer ver la importante contribución del protocolo, en sus muchas facetas, a la vida diaria de la entidad.
¿Qué consejo darías a la gente que está estudiando Protocolo o a la que ahora está empezando en esta profesión?
No me gusta dar consejos. Prefiero orientar a los que están interesados. En primer lugar, me parecen fundamentales actitudes personales como la lealtad, la humildad y las ganas de aprender. En segundo lugar, que estudien, que absorban y que “procesen” toda la formación e información posible. Sobre todo, que analicen con espíritu crítico todo cuanto caiga en sus manos: normativa, estudios, actos, situaciones y soluciones que otros profesionales han aplicado, etc. Y para terminar, muy importante, que sean discretos.
¿Qué nuevas disciplinas/áreas/estudios crees que son necesarios para un buen profesional del Protocolo del siglo XXI?
Nada nuevo diré si afirmo que el profesional de protocolo debe tener una base cultural muy amplia. En sentido genérico, creo que es importante una formación complementaria en idiomas, historia, derecho, sociología, psicología (técnicas de trabajo en equipo, resolución de conflictos y liderazgo,…), comunicación, diseño, nuevas tecnologías… haciendo más hincapié en las materias en las que uno sienta más afinidad en función del ámbito en el que quiera orientar su carrera profesional.
Y con este bagaje, podremos dedicarnos (y aprender) a innovar y a ser creativos en nuestro trabajo.
¿Tienes la impresión que el mundo del Protocolo ha tenido la evolución que esperabas?
Lamentablemente, el mal uso que se ha hecho del protocolo en muchas entidades ha hecho un daño irreparable en la imagen del Protocolo. Corruptelas y despilfarro son la antítesis de lo que entiendo debe ser el Protocolo.
En lo referido a la técnica protocolaria, el empuje de las tecnologías ha sido muy beneficioso para la evolución de la profesión. Pero falta estudio e investigación.
Otras cuestiones internas al mundo del protocolo, como las dicotomías oficial-privado y protocolo vs. organizadores de eventos, son casi filosóficas y siguen todavía en debate.
¿Qué opinión tienes del futuro del Protocolo y las Relaciones Institucionales?
Soy consciente del poco desarrollo que estas disciplinas tienen en España y de la mala fama que las acompañan. Creo que cada uno, desde el puesto que nos corresponde, debemos dar a conocer la labor que hacemos. Además, mediante el trabajo conjunto y corporativo podremos lograr que las asociaciones actúen como lobby, de forma que algún día podamos ser reconocidos como verdaderos profesionales.
El que exista un grado específico de protocolo es un hito en el camino, pero no es, desde luego, el final del camino. Y tampoco es la panacea para tener buenos profesionales. Más cuando, para ocupar determinados puestos, denominados de confianza, los criterios técnicos no son los que priman.
El Protocolo y las nuevas tecnologías, ¿crees que hacen el trabajo más fácil o simplemente distinto?
Las nuevas tecnologías han dado un vuelco enorme a la profesión. Las bases de datos, los móviles, las redes sociales,… han abierto posibilidades, hasta hace poco tiempo impensables, para la organización de actos. En este sentido, el trabajo es más fácil.
A cambio, creo que la sensación de autosuficiencia e inmediatez han ido en detrimento del rigor en la preparación y coordinación de los actos, y haciéndonos olvidar el factor humano, esencial en nuestra profesión. Afortunadamente, no todo es tecnología.
La normativa, tanto autonómica como estatal, ¿responde a las necesidades actuales? ¿En qué sentido debería renovarse?
Es evidente que la normativa está totalmente obsoleta. En conjunto, resulta incoherente y contradictoria. La sociedad ha cambiado mucho desde el ya lejano 1983 y necesitamos adaptar la norma a la escena social y política actual.
Algunas Autonomías y Corporaciones han ido legislándolo con intención de clarificar la situación y tratar de dar pautas de organización. Pero en general, mi opinión es que, sea por decisiones coyunturales o por falta de amplitud de miras, se han malogrado las iniciativas. Deberíamos tener una normativa básica mínima, consensuada, de forma que el protocolo no sea un arma arrojadiza, sino un elemento de concordia que sirva a los intereses generales. Y a partir de ahí, permitir un margen de maniobra para que los profesionales podamos aplicarlo en el día a día.
¿Te sientes valorado en tu trabajo?
Como nuestro trabajo está en la trastienda, lo mejor que puede pasarnos es que nadie se acuerde “del de protocolo”.
Tal vez, por mi forma de ser, creo que la mayor satisfacción es la de sentir que el trabajo se ha hecho bien, o lo mejor posible, y que los asistentes han quedado satisfechos y se van contentos.
El prestigio se lo gana uno trabajando con rigor. Pero es evidente que el reconocimiento y, sobre todo, el respaldo de “nuestro jefe”, anima, mejora la autoestima y redunda en la profesionalidad. Lo mismo que las críticas positivas y constructivas de los compañeros de profesión.
Reconforta que algunas autoridades o invitados te digan –casi siempre con alivio- que no eres un ogro, que se han sentido cómodos en el acto y que quieren contar contigo en sucesivas ocasiones.
¿Nos puedes explicar alguna anécdota o situación comprometida que hayas vivido relacionada con el Protocolo?
Todos los que nos dedicamos al Protocolo hemos vivido infinidad de anécdotas más o menos comprometidas.
Recuerdo un acto de tipo cultural que tenía todos los riesgos posibles desde el punto de vista protocolario. Participaban 5 entidades diferentes, públicas y privadas, con no muy buenas relaciones entre ellas. Después de muchas –demasiadas- horas de negociación, se consensuó una mesa presidencial.
Llegado el momento de comenzar el acto, uno de los integrantes decide cambiar los rótulos y se sienta en un sitio que no era el acordado. Un instante después, el principal patrocinador, con un sitio preferente pero fuera de la mesa presidencial, llega tarde al acto y se presenta acompañado de mujer e hija, a pesar de que había confirmado que asistiría solo.
Las soluciones que apliqué forman parte del bagaje profesional pero, al finalizar el acto, solo hubo reconocimientos y felicitaciones “por lo bien que había salido todo”. Eso es lo importante, junto con haber trasladado el mensaje que se pretendía. Es fácil imaginar el profundo alivio que sintió el que aquí suscribe.
¿Nos darías algún consejo?
No soy amigo de dar consejos, pero creo que es fundamental el asociacionismo que nos permite tener una buena red profesional de contactos y estar al día de los cambios que se producen. Animo a todos los profesionales y/o interesados de este apasionante mundo del protocolo a que se integren en alguna asociación y se impliquen en ella de forma activa.
La clave de todo creo que está en la respuesta a la pregunta: “¿Qué estoy haciendo yo para prestigiar nuestra profesión?”.
Recordemos que los profesionales del protocolo estamos para resolver problemas, no para crearlos.
¿Alguna cosa más?
Muchas gracias por la oportunidad de aportar mi granito de arena a esta querida profesión. Espero haber suscitado alguna reflexión acerca del Protocolo.